VERSICULO BIBLICO DIARIO

jueves, 27 de mayo de 2010

EL ENTUSIASMO EN EL MATRIMONIO

El entusiasmo es un poder muy fuerte que puede revitalizar una relación.

Según la Academia de la lengua Española, entusiasmo es una exaltación del ánimo excitado por un factor que lo motive. Esta palabra proviene del Griego y significa tener un Dios dentro de sí. Podemos decir entonces que Entusiasmo es tener a nuestro Dios, nuestro Señor dentro de nosotros. En Nehemias 8:10 dice: El gozo del Señor es nuestra Fortaleza.

Ese entusiasmo se convierte en una fuerza emocional poderosa en nuestra vida, que nos permite alcanzar los más grandes logros en la vida. Cuando nos sentimos con entusiasmo, podemos vencer más fácilmente la oposición y proyectarnos con fuerza hacia el futuro. En el Matrimonio cada uno debe excitar el ánimo en el otro. Deben motivarse mutuamente a procurar el bienestar de cada uno; esta debe ser una función de ambos.

El entusiasmo de ustedes ha servido de estímulo a la mayoría de ellos. 2 Corintios 9:2b. Una de las grandes cualidades del entusiasmo es que es contagiante. Una persona con entusiasmo, tiene la capacidad de entusiasmar a otros. En el Matrimonio al menos uno de los dos debe mantener un espíritu de entusiasmo para mantener un ambiente positivo en el hogar.
Los cónyuges debemos orar juntos, bendecirnos todos los días, declararnos cosas positivas mutuamente, llenar nuestros tanques de amor cada mañana. Estas acciones producen entusiasmo y nos da la fuerza para esforzarnos por ser mejores personas cada día y por trabajar para alcanzar el éxito para los nuestros.

Es muy triste encontrarnos con Matrimonios que se ofenden constantemente, que están vigilando los errores del cónyuge para acusarlos y hacerlos responsables de las cosas malas del hogar. Esa actitud destruye el entusiasmo y nunca va a resolver los problemas, por el contrario los agrava.

Un Matrimonio compuesto por hijos de Dios, se supone que tenemos al Señor y por lo tanto debemos estar llenos de entusiasmo. Entonces debemos procurar transmitir ese entusiasmo a nuestro cónyuge, motivarlo todo el tiempo, especialmente cuando se equivoca o algo le sale mal. Que bien nos sentimos cuando cometemos un error y nuestro cónyuge, en vez de criticarnos o juzgarnos, nos anima a salir adelante, nos apoya y nos transmite ese entusiasmo por la vida.

Por lo general cuando una persona tiene entusiasmo: todo le sale bien!!!

Esposos, dejen la “quejabanza” y empiecen a trabajar para llenar el ambiente de su hogar de entusiasmo. Oren juntos el uno por el otro, declarando la presencia de Dios en sus vidas, declarando que el entusiasmo de Dios los contagia y les llena de alegría y de sabiduría para que todo les salga bien.

COMO DISCUTIR EN EL MATRIMONIO SIN ROMPER RELACIONES

” Yo quisiera no tener que discutir nunca con mi esposo, decía en medio de lágrimas la esposa desconsolada” Otro decía: ” Mi esposa me está volviendo loco, discute por todo, no me entiende, y cada día no hace sino desesperarme”.

¿Es posible vivir como matrimonio sin tener que discutir?.

Los Conflictos y las discusiones no son malas, son el mecanismo genuino que nos lleva a crecer como pareja. Lo que necesitamos en nuestro matrimonio es saber tratar con nuestras diferencias y aprender a saltar juntos los obstáculos diarios, como lo hacen los deportistas en el campo de las carreras de obstáculos. La Biblia dice:

“Si se enojan, no pequen.»​l​ No dejen que el sol se ponga estando aún enojados, 27 ni den cabida al diablo”. EFESIOS 4:26,27

La clave en el matrimonio es aprender a tratar nuestras diferencias con mentalidad de adulto. Cuando como adultos hablamos y discutimos sacamos los frutos más sólidos de nuestra relación. He aquí algunos de los elementos determinantes que producirán una saludable discusión de tópicos que fortalecerán nuestra relación de matrimonio.

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1.- Demuestre a su cónyuge que su amor por él o ella es incondicional.

Muchos matrimonios se demuestran amor pero condicional. Si piensas como yo, sí aceptas lo que digo y vas donde quiero, te amo, pero sí discrepas conmigo no te demostraré amor. La Biblia no habla de unidad como producto de la uniformidad, sino de unidad en medio de la diversidad. Nuestro amor no puede ser condicionado. Dios nos ama incondicionalmente y ese tipo de amor tenemos que expresarlo en el matrimonio. Mis ideas no tienen porque alejarme de la persona a quien amo y quién tiene ideas diferentes. Juntos podemos enriquecernos en la combinación de nuestras diferencias.

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2.- Decida no atacar si usted es atacado.

Hay momentos en nuestra relación cuando nuestro cónyuge por su inmadurez, o por su confusión o tal vez por sentirse indefenso, nos ataca. Si respondemos de la misma manera, con un ataque, creamos un problema y las posibilidades de solución de problemas tenderán a profundizarse.

“La respuesta suave aplaca la ira, pero la palabra áspera hace subir el furor” Proverbios 15:1


Esta es una gran verdad revelada en la Escritura. Produce un fruto que se nota en forma casi inmediata.

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3.- Ejercite el Dominio Propio con el enojo.

La Biblia habla claramente que un fruto del Espíritu Santo es el Dominio propio.

“En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad,

bondad, fidelidad, humildad y dominio propio”. Gálatas 5:22.


Cuando la Biblia habla del Dominio propio se refiere a dominar tres cosas: la lengua, la comida y el sexo.

Entonces en el matrimonio en medio de una discusión necesitamos ejercer el Dominio Propio en la lengua no permitiendo que ella sea el medio rápido de desplegar nuestra ira hacia el cónyuge.

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4.- No se concentre mucho en la expresión, las palabras o las actitudes que vienen del cónyuge, sino más bien en tus reacciones.


Jesús lo dijo de esta manera: ” ¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte la astilla del ojo” , cuando ahí tienes una viga en el tuyo ¡*Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano”. Mateo 7:3-5.

En el matrimonio en medio de discusiones, tendemos a mirar más los ataques que recibimos e ignorar nuestras reacciones. Nosotros no somos responsables de los ataques que vienen pero si de nuestras reacciones. Cuando comienzo a reconocer y tratar mis reacciones, descubro que un cambio comienza a generarse en mi cónyuge con quien tengo ciertas diferencias.

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5.- Mueváse más allá del dolor a través del entendimiento.

Entendimiento en el matrimonio no puede llegar o experimentarse hasta que no logre la claridad de lo que yo estoy recibiendo. Muchas veces nuestro cónyuge no esta expresando claramente lo que esta en su corazón. Especialmente a las mujeres les cuesta expresar claramente lo que tienen dentro de ellas, debido a que son básicamente movidas por las emociones y los hombres somos movidos por la lógica. Es por eso que es común escuchar a un hombre decir: “Tú dijiste esto o aquello” , la esposa dice: ” Yo no dije eso o no quise decir”.

Parafrasear es algo vital en la comunicación. Parafraseo es repetir lo que oímos para estar seguros que nuestro cónyuge ha podido expresar lo que está en su corazón. Para eso necesitamos movernos más alla del dolor hacia una genuina comunicación.

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6.- Decida no culpar a su cónyuge y derrame misericordia sobre él o ella.

Recordemos que la Culpa es un instrumento de Dios para llevarnos al arrepentimiento pero lamentablemente Satanás usa la culpa para condenarnos. La culpa en el diseño de Dios produce convicción, pero la culpa en en manos del enemigo produce condenación. Culparnos mutuamente solo extiende el abismo entre los dos. Dios es misericordia y él quiere que en nuestra matrimonio no perdamos ni la Misericordia ni la Compasión.

El Salmista dijo de Dios: “Ciertamente,el bien y la misericordia me seguirántodos los días de mi vida, y en la casa de Jehovámoraré por largos días”. Salmo 23:6

Ojalá nuestro cónyuge pudiera decir lo mismo de nosotros. ” Desde que decidimos aprender a discutir en nuestro matrimonio, el bien y la misericordia me han seguido de tu parte”.

Decida hoy comenzar este sencillo plan de resolución de discusión en tu matrimonio y notarás una gran diferencia.

LA CONEXION FISICA EN EL MATRIMONIO

La conexión física es la relación íntima sexual en el matrimonio.

La conexión física debe ser la última en el proceso integral de conexión en el matrimonio. Después de una buena conexión espiritual y emocional, entonces está preparado el ambiente para una relación íntima de alta calidad.

La conexión física que no incluye las dos anteriores, es solo sexo superficial y egoísta. Una relación fundamentada en solamente este aspecto tiende a no durar mucho.

I Corintios 7:3-5 dice: “El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido.

La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de la falta de dominio propio.”

La palabra de Dios nos enseña que los esposos no deben negarse el uno al otro, para evitar las tentaciones del enemigo. En otra versión dice que no deben robarse el placer al que tienen derecho como esposos. Es evidente que el propósito de Dios es que las parejas se disfruten mutuamente, siendo la prioridad del marido proporcionar ese placer a su mujer y la de la mujer, satisfacer al marido. Si ambos se proponen obedecer a la palabra de Dios, la probabilidad de que disfruten de su relación es mucho mayor.

Eso implica que ambos cónyuges deben ser muy creativos en su vida íntima, para que no caigan en la rutina que muchas veces vuelve aburrida la relación sexual. Deben esforzarse por ponerle sabor y picardía a sus encuentros sexuales, de manera que los puedan disfrutar al máximo, dentro de los parámetros bíblicos.

Recuerden orar juntos, tratarse con consideración y amor mutuamente, ya que estos elementos son indispensables para poder disfrutar de una excelente relación íntima. Tomen la decisión hoy mismo de trabajar por su vida espiritual, fomentar buenos hábitos de vida emocional e invertir tiempo y recursos para desarrollar una buena vida de intimidad.

COMO LOGRAR LA CONEXION EN EL MATRIMONIO

Todo Matrimonio requiere permanecer conectado en tres áreas esenciales.
La conexión en cualquier relación humana es esencial para poder disfrutarla. Algunas personas le llaman la “química” entre dos personas. Todo matrimonio tuvo, al menos en su etapa de noviazgo, la conexión suficiente para sentirse motivados a darse en matrimonio.
Que es lo que pasa entonces con esas parejas que se conectaron, se casaron, disfrutaron de su relación y un tiempo después pierden la conexión? La gran mayoría de matrimonios eran muy felices cuando se casaron. Y tenían sueños, metas, ilusiones juntos. Porque una gran parte de esos matrimonios pierden la conexión en algún momento de su vida como matrimonio.
La respuesta es que esa conexión necesita mantenimiento. Como todas las relaciones en la vida necesitan cultivarse alimentarse y desarrollarse. El matrimonio necesita ser alimentado y recibir mantenimiento para mantener la conexión en un nivel que les permita disfrutar la relación.
Esa conexión se da en tres áreas fundamentales que son el área espiritual, el área emocional y el área física. Muchas parejas logran mantener conexión física, algunas logran mantener la conexión emocional pero muy pocas logran mantener la conexión espiritual, que es de paso, la más importante y de la que dependen las otras dos.
La conexión espiritual, no se obtiene solamente viniendo a la Iglesia, leyendo la Biblia y orando individualmente. La conexión espiritual se obtiene por medio de la ministración mutua como pareja. Es un espacio en la vida diaria de cada matrimonio en el que se ministran amor, dándose mutuamente palabras de afirmación espiritual, declarando cada uno sobre el otro, palabras bíblicas de vida.
El hombre debe ser el primero en ministrar a su esposa con palabras como por ejemplo: mi amor tú eres el regalo más hermoso que Dios me ha dado, eres una mujer virtuosa, eres una mujer sabia que edifica nuestro hogar, eres la mejor ayuda idónea que Dios me ha dado. Dios me ha premiado inmerecidamente con una mujer como tú. Yo te bendigo y doy gracias a Dios por tu vida. Que tengas un día precioso y bendecido.
Luego la mujer puede ministrar a su esposo con palabras de afirmación como por ejemplo: mi amor, yo doy gracias a Dios por tu vida, por ser mi esposo, por ser mi cobertura. Doy gracias a Dios porque eres la imagen y la gloria de Dios y el sacerdote de nuestro hogar. Le pido a Dios que te de sabiduría este día para que logres los anhelos de tu corazón, para que seas bendecido en todo lo que hagas y para que alcances las metas de este día. Te bendigo y te amo con todo mi corazón.
Un matrimonio que se ministra mutuamente en esta área espiritual, y de manera diaria, tendrán la fuerza y la paz suficiente para hacerle frente a cualquier circunstancia de la vida y salir airosos. La próxima semana hablaremos de la conexión emocional y física.
Toma la decisión hoy mismo, si no lo has hecho antes, de comenzar a ministrarse mutuamente con tu cónyuge. Pídanse perdón por no haberlo hecho antes y comiencen este nuevo hábito en su vida que les traerá muchas bendiciones.

LIMITES EN EL MATRIMONIO

Debe haber ciertos límites en la relación matrimonial, porque son los que lo van a proteger del deterioro.
Estos límites los ha establecido el que diseñó y creo el Matrimonio. Entre ellos están:

El Respeto. Este es primer y más importante límite en toda relación humana y especialmente en el Matrimonio; porque si se pierde este límite, la relación puede caer en una onda destructiva. Las faltas de respeto destruyen la confianza y borran las cosas buenas que se hayan hecho. Es normal que tengan diferencias de criterio para tomar decisiones, pero esas diferencias deben manejarlas con respeto, considerando las opiniones del otro como válidas e importantes, igual que las suyas. Entonces exponen sus argumentos, oran pidiéndole sabiduría a Dios y tratan de ceder y ponerse de acuerdo. Si aun así no logran ponerse de acuerdo, busquen alguna ayuda espiritual que les ayude a discernir la situación. Pero nunca traten de imponer su criterio ni de exigir al otro. Eso es una falta de respeto.
La Consideración. Este es otro límite importante, que deben tener todos los matrimonios. Tiene que ver con la conciencia del trabajo de cada uno y considerar el esfuerzo que hace el otro. Deben considerarse mutuamente y estar siempre dispuestos a balancear las cargas de trabajo y de la casa. Valorar el trabajo de cada cual.
La Fidelidad: Este límite es vital para la estabilidad emocional del Matrimonio. Ambos deben afirmarse constantemente dándose palabras de afirmación hasta que la muerte los separe. Para lograr asegurar a su cónyuge en esta área, es necesario que ambos sientan la libertad de expresar sus sentimientos, sus ideas, sus sueños y anhelos sin que el otro le invalide ni le imponga su propio criterio. La libertad de expresión en el Matrimonio afirma y fortalece la Fidelidad.
El Orden de Prioridades. Vivir una vida de obediencia a la palabra de Dios y tener una relación personal con el Señor debe ser la prioridad número 1; luego la atención al cónyuge, después los hijos, después el trabajo, luego los familiares y luego la Iglesia. Este es el orden de prioridades que le da a la familia el marco de estabilidad emocional que necesitan para poder manejar bien las relaciones.
La Honestidad. Este límite incluye hablar siempre con la verdad, honesta y transparentemente. La mentira por más pequeña que sea, siempre va a producir problemas en algún momento de la vida. El engaño y la deshonestidad siempre van a traer malas consecuencias tarde o temprano. Ambos cónyuges deben ponerse el límite de la honestidad y hablar la verdad siempre, abriendo el corazón y expresando sentimientos y emociones y orando juntos el uno por el otro.
Si alguno de los cónyuges ha fallado en estos límites, no le juzgue ni le condene. La mejor manera de ayudar a un cónyuge que está fallando en alguna de estas áreas no es criticándole ni regañándole. Es hablando al respecto con paz y sabiduría y tomando la decisión de hacer las cosas bien, a la manera de Dios.
Tomen la decisión de perdonarse por haber fallado en alguno o varios de esos límites y decidan hacer el esfuerzo de no volver a pasarlos y apoyarse, perdonarse y levantarse cuando alguno falle ocasionalmente.

CONEXION EMOCIONAL EN EL MATRIMONIO

La conexión emocional es la más influyente en la relación matrimonial.
La semana anterior hablamos de la importancia de la relación espiritual que es la más importante en la relación de pareja, sin embargo no es la más influyente. La relación emocional es la que ejerce mayor influencia en las personas. Sin embargo la relación en el área emocional depende en un alto grado de la conexión espiritual
Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Col 3:12
La conexión emocional tiene que ver con la necesidad fundamental de todos los seres humanos de sentirnos aceptados tal como somos. En el matrimonio esta conexión emocional es de vital importancia para mantener un matrimonio saludable. Cada uno de los cónyuges debe hacer sentirse al otro cómodo, aceptado, contento, satisfecho.
La conexión emocional tiene que ver con el trato, con la atención y el interés que se demuestre por el cónyuge No es simplemente hacer las cosas por cumplir, sino con una intención de agradar conscientemente al cónyuge, procurando su bienestar, sin exigir nada a cambio; demostrando misericordia, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia con nuestro cónyuge en toda circunstancia de la vida, especialmente cuando nuestro cónyuge falle o se equivoque en algo.
Ambos cónyuges necesitamos la conexión emocional, aunque la mujer por su mayor susceptibilidad, necesita un mayor grado de conexión de su esposo que la haga sentirse amada y protegida. La mujer se siente conectada a su esposo cuando este tiene detalles para con ella, cuando la trata con ternura y cortesía, cuando se porta caballerosamente con ella, cuando la apoya y la levanta cuando ella comete un error sin criticarla.
Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo. 1 Pedro 3:7
Varones, retomemos el romance, la conquista, los detalles con nuestras esposas, y tratémoslas con suavidad y ternura como nos lo manda Dios, para que nuestras oraciones no sean estorbadas y nuestros matrimonios se mantengan saludables.
La conexión emocional que los hombres necesitan es el respeto, el apoyo de las esposas como ayuda idónea. Un hombre que se siente respetado y apoyado por su esposa, se siente conectado a ella y fluye en él el deseo de amar y atender más a su esposa cada día.
Si ustedes han fallado en la conexión emocional, pidan perdón a Dios y a su cónyuge y decidan empezar a vivir una vida de fortalecimiento de la conexión espiritual y emocional para su matrimonio.

ANSIEDAD EN EL MATRIMONIO

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Muchos matrimonios viven una ansiedad relacionada con querer cambiar el comportamiento de su cónyuge!

Ansiedad: Estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo. Es un tipo de angustia que suele acompañar enfermedades, especialmente neurosis.

Hemos escuchado la queja de muchas personas que vienen a consejería con respecto a la forma de ser de su cónyuge, y cómo hacer para que él o ella cambie. Esta actitud produce mucha frustración porque el cónyuge “no cambia” como nosotros quisiéramos y entonces genera un tipo de ansiedad que limita las opciones y reduce la capacidad de disfrute de la vida.

Colosenses 3:13: Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

Lo que nos enseña el Manual de la Vida, es que no debemos pretender cambiar al cónyuge, sino aceptarlo tal y como es, y disponerse a soportar esa diferencia en su forma de ser que no nos agrada.

Cuando aceptamos la forma de ser de nuestro cónyuge, será mucho más probable que él o ella acepte también nuestra forma de ser. La verdad es que nadie es perfecto, por lo tanto si yo pretendo que mi cónyuge cambie algo en su forma de ser, me expongo a que él o ella también me exija cambios a mí, y esa parte no nos gusta mucho. Definitivamente lo que más nos conviene entonces es obedecer la instrucción del Señor y aceptarnos y soportarnos mutuamente con una actitud de gozo y no de pesar.

Estamos hablando de características en cuanto a la forma de ser, personalidad o temperamento. No estamos hablando de vicios, adicciones, violencia doméstica o actitudes destructivas. En ese caso hay que buscar ayuda inmediata, esencialmente espiritual y profesional para saber cómo enfrentar esas debilidades emocionales.

Por lo demás, debemos asumir una actitud tolerante y constructiva. Es totalmente normal que los cónyuges tengamos ideas diferentes, en cuanto a cómo manejar muchos asuntos familiares. A nosotros nos pasa con mi esposa, que frecuentemente tenemos ideas diferentes cuando queremos hacer algo por ejemplo para los hijos. Yo pienso en hacer una actividad de una forma y a mi esposa le parece que esa no es la forma correcta. Ambos tenemos que asumir una actitud de tolerancia, para seguir hablando del tema sin pretender imponernos ninguno al otro, sino seguir buscando opciones en las que los dos nos sintamos de acuerdo. Honestamente les decimos, que cuando hay una actitud saludable y humilde, siempre encontramos respuestas en las que los dos estamos de acuerdo.

Para eliminar entonces este tipo de ansiedad en el Matrimonio, la pareja debe asumir una actitud de tolerancia y respeto por las ideas y conceptos del cónyuge. Orar al Señor para que les de discernimiento a ambos y hablar sobre el tema con libertad y con paciencia, hasta que logren encontrar respuestas que ambos estén de acuerdo. La misión del hombre como cabeza de hogar es guiar a su esposa a buscar alternativas y soluciones con fundamento bíblico, no a imponer su criterio simplemente porque es el cabeza del hogar. Ser el líder del hogar no implica una autoridad absoluta de voluntad sobre su esposa, sino más bien un liderazgo que guía a su esposa a conclusiones y decisiones basadas fundamentalmente en la palabra de Dios.

Si has estado tratando de “cambiar” a tu cónyuge a tu manera, pídele perdón y toma la decisión de ser más tolerante y paciente con él o ella. No juzgues ni maltrates ni critiques a tu cónyuge porque piensa diferente a ti. Recuerda que dos cabezas piensan mejor que una sola. Une tus pensamientos con los de tu cónyuge y tendrán una visión mucho mayor para resolver cualquier problema en la vida.

LA SOBERBIA SUTIL EN EL MATRIMONIO

Muchos matrimonios viven hoy en día una actitud de soberbia disfrazada y justificada en su relación

La soberbia es una actitud orgullosa y egoísta que es mucho más peligrosa y letal cuando actúa solapadamente encubierta detrás de una máscara de religiosidad o de razonamientos “justificados”
Esa soberbia es la que nos hace creer que tenemos la razón y que nuestro cónyuge es el que está fallando y merece el castigo de Dios. La soberbia te hace creer que tienes la razón, pero se contradice con tu actitud irrespetuosa e intolerante con las debilidades de tu cónyuge.
Si tu cónyuge está fallando realmente en alguna área de su vida, tu misión no es criticarle, juzgarle y condenarle, sino más bien servirle y apoyarle a vencer esa debilidad. Esto es lo más difícil hacer, pero es lo que Dios nuestro Padre celestial espera de nosotros sus hijos.
Una de las misiones más importantes en el matrimonio, es que cada uno debe encargarse de levantar la autoestima de su cónyuge, animarle, apoyarle, servirle incondicionalmente. Solo de esa manera podemos esperar una reacción positiva de él (ella) para acercarse a Dios y decidir cambiar los hábitos negativos.
No importa quién tiene la razón, si la quiere imponer con soberbia, de nada nos sirve, porque entonces destruimos a la misma vez el propósito de la razón que es siempre edificarnos unos a los otros y apoyarnos en nuestras debilidades los unos a los otros. Eso es lo más espiritual que podemos hacer. Eso es verdaderamente madurez espiritual. Si verdaderamente amas a Dios, tienes que estar dispuesto(a) a hacer su voluntad incondicionalmente y si tienes verdadera FE en EL, tienes que creer que todo tu esfuerzo y sacrificio va a dar fruto abundante en tu esposo(a), tu familia y el Ministerio que Dios les llame a servir.
Josué 1:8-9: Que no se aparte de tu boca este libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito.9 Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.»
Abandona tus pensamientos negativos y empieza a pensar en la gracia del Señor que te da nuevas fuerzas cada mañana y te levanta como las águilas para que puedas ser obediente a su palabra. Tus pensamientos son los que definen tus sentimientos; entonces si quieres sentirte bien, medita en la palabra de Dios y en sus promesas de restauración y de vida y aprópialas para tu matrimonio y tu familia. Después que tu matrimonio este saludable, entonces podrás seguir el llamado de Dios y servirle a EL.

Si eres capaz de reconocer que hay soberbia en ti, toma la decisión hoy mismo de pedirle perdón a Dios primero y a tu cónyuge después. Si no lo puedes hacer entonces tu soberbia y tu orgullo es aún muy fuerte en ti y necesitas ayuda espiritual para lograrlo. Búscala hoy mismo!

EL COSTUMBRISMO DENTRO DEL MATRIMONIO

Hay muchas costumbres o mañas, que pueden ser letales para un matrimonio.

Las costumbres son hábitos de comportamiento en la vida regular de las personas, que pueden ser positivos o negativos. Todo matrimonio tiene hábitos buenos y malos. Pero cada matrimonio debe esforzarse por mantener y reforzar los buenos hábitos e ir desechando los malos. Entre más positivo sea el balance de hábitos más saludable será el matrimonio.

La mayoría de costumbres buenas o malas, las aprendemos desde niños en medio de la convivencia familiar y del ambiente en que nos desarrollamos.
Algunos cónyuges tienen por ejemplo la mala costumbre de criticar y juzgar a su pareja constantemente. Es como si estuvieran atentos a cada falla de su cónyuge para criticarle, reclamarle y hasta condenarle. Esta costumbre es destructora de matrimonios, ya que por lo general el cónyuge afectado termina cansándose de esa actitud y reacciona negativamente.

En la Comunicación, hay personas que tienen la costumbre de gritar constantemente, lo cual bloquea la comunicación. Hay personas que tienden a asumir los pensamientos del cónyuge y se indisponen porque creen saber lo que el cónyuge está pensando.

Podríamos enumerar un sinfín de costumbres que afectan los matrimonios. Hay costumbres que quizás para uno no son molestas, pero lo son para el otro y entonces deben respetarse. Los esposos deben abrir el corazón y dejarse saber mutuamente con respeto y suavidad, que costumbres del otro le molestan con el único propósito de informar, para que el otro lo sepa y tome la decisión por si solo(a) de cambiar esas costumbres que le hacen sentir mal a su pareja. No por presión, sino por convicción.

No erréis, las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. 1 Cor 15:33.

Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque EL dijo: No te dejaré ni te desampararé. Hebreos 13:5

La primera y más importante costumbre que debe tener todo matrimonio es procurar una relación permanente con nuestro Padre Celestial. O sea, que ambos tomen la decisión de leer la Biblia juntos, orar juntos, asistir regularmente a la Iglesia y practicar la obediencia a la palabra de Dios.

Segundo, deben tomar la decisión de desarrollar hábitos de compartir juntos, afirmarse mutuamente, pensar diariamente en que podemos hacer para el bienestar de nuestro cónyuge. La misión más importante de cada cónyuge en el matrimonio es encargarse del bienestar del otro. Esto debe convertirse en un poderoso hábito de vida en el Matrimonio que les va a dar excelentes beneficios a la relación y a la familia.

Tomen la decisión hoy mismo de cambiar esas malas costumbres en el matrimonio y desarrollar nuevos hábitos de beneficio y bendición para tu familia.

Tu matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado. CUÍDALO!

LOS CRISTIANOS DESTINADOS PARA DAR FRUTOS

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. “ Génesis 1:27-28

Introducción: Dios planeó desde el principio hacer de cada persona, gente fructífera; es decir, productiva, prospera, exitosa. ¿En que áreas crees que necesites ser fructífero? Necesitamos dar fruto en todas las áreas de la vida, pero las más urgentes son las siguientes:
1. NECESITAMOS QUE NUESTRO CARÁCTER DE NUEVOS FRUTOS.

a) “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento” Mat 3:8. Los profetas demandaban de parte de Dios un verdadero cambio de vida. Ellos exigían que el arrepentimiento verdadero fuera seguido por un cambio radical de carácter.

b) ¿Cuáles son los frutos que nuestro carácter debe tener? Gálatas 5:22-23

c) Los frutos se clasifican de esta manera:

1. Amor, gozo y paz para Dios
2. Paciencia, Benignidad, bondad para con otros
3. Fe, Mansedumbre, templanza (autocontrol) con nosotros mismos.

d) ¿Cómo podemos tener estos frutos en nuestro carácter? Cuando nos disciplinamos en leer cada día la palabra de Dios; y pedimos la ayuda del Espíritu Santo para vivir siguiendo el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, nuestro carácter irá cambiando poco a poco; irán apareciendo los frutos que el Señor desea, y será de mucha bendición para todos los que nos rodean.

2. NECESITAMOS QUE NUESTRA ECONOMIA COMIENCE A DAR FRUTOS.

a) La Biblia nos enseña una ruta segura para prosperar económicamente.

b) Para que este plan funcione debemos someternos y comprometernos a cumplir el consejo de la Palabra de Dios.

1. Dar en primer lugar el diezmo a Dios. Malaquías 3:10
2. No comprar nada a crédito. Solo por un tiempo considerable.
3. Ahorrar al máximo los consumos; para pagar menos.
4. Trabajar o vender, sin sacrificar tu devoción A Dios y tu familia.
5. Sométete a tu líder para ser supervisado. Efesios 5:21

3. NECESITAMOS QUE NUESTRO SERVICIO A DIOS DE ABUNDANTES FRUTOS.

a) Nosotros fuimos creados para ofrecer nuestra fuerza y habilidades al servicio de Dios. El quiere usarnos para ser bendición y edificar su reino.

b) La Biblia nos manda a servir a Dios. ¿De que manera?

1. Adorar a Dios es un servicio.
2. Ofrendar a Dios es un servicio.
3. Ayudar a otros es un servicio.
4. Predicar la Palabra es un servicio

c) Dios desea que ganemos muchas almas, cada cristiano debe evangelizar a sus amigos y familiares y llevarlos a

la iglesia ; para que después se congreguen y se conviertan en líderes para discipular a otros.
CONCLUSION: Salmo 1:3 “Será como árbol plantado…que da su fruto”. No debemos permitir convertirnos en arboles de ornato. Nuestro destino es dar fruto en todas las áreas de la vida. Esto no es cuestión a quien quiere bendecir Dios. Todos debemos dar frutos. La Biblia dice que dando frutos es como Dios recibe toda la gloria. Juan 15.8. ¿Quieres que tu vida dé gloria a Dios? Entonces, humíllate y busca la ayuda del Espíritu Santo para que cambie tu carácter, tu economía florezca y ganes muchas amas para Cristo.

MUY APRISA

La aguja del velocímetro fue subiendo y subiendo. Cien, ciento treinta, ciento sesenta. Y ciento sesenta kilómetros por hora es demasiada velocidad para un auto liviano en pavimento mojado. Con tanta velocidad, y con el pavimento resbaladizo, ocurrió lo que tenía que ocurrir.

Arnuldo Circone, de veinticuatro años de edad, amante de la velocidad, no logró entrar al puente del río, y salió volando. Cayó dentro del agua, hundiéndose con todo y auto a veinticinco metros de la orilla. No se mató, pero arruinó su auto. Lo curioso es lo que decía la placa personalizada de su vehículo: «Muy aprisa».

Hay muchos como este joven que llevan la vida muy aprisa, demasiado rápido. La verdad es que llevar la vida a toda velocidad es la característica de los tiempos actuales. Más de cincuenta años atrás, cuando el famoso cómico del cine Charlie Chaplin protagonizó en la película «Tiempos modernos», ya señalaba, con su manera incomparable, el peligro de estos tiempos.

Los días en que vivimos se caracterizan por demasiada rapidez en todas las cosas: demasiada mecanización, demasiado cientificismo, demasiada tecnología, demasiada indiferencia a todos los valores morales. No es extraño que ocurran accidentes a cada paso: accidentes en nuestras carreteras, y lo que es más lamentable, accidentes morales y espirituales en nuestra vida.

Niños y adolescentes caen víctimas de drogadicción. Niñas, sin saber ni qué les está ocurriendo, caen víctimas de embarazos. Y bebés nacen arruinados, cuando deberían apenas estar comenzando a florecer.

El niño se vuelve adolescente de la noche al día. El adolescente se convierte en adulto sin la experiencia necesaria para actuar con sensatez. Y el adulto llega a viejo antes de tiempo, por el mismo paso vertiginoso de la vida. Como que el aumento de la potencia de nuestros vehículos, en las calles y en el aire, ha contagiado al mundo con el frenesí de la velocidad.

¿Quién puede ponerle freno a este loco desbarajuste? Las leyes humanas no han podido hacerlo. La cultura tampoco lo ha logrado. Ni siquiera la religión ha podido cambiar este delirio que está matando a nuestra sociedad.

Sólo Jesucristo puede frenar las pasiones del alma, dominar la locura frenética, corregir lo deficiente, y ordenar lo desorbitado. Sólo Él regenera el alma humana a las mil maravillas. Sólo Él nos devuelve la justicia perdida. No sigamos nuestro camino solos. Coronemos a Cristo como Rey de nuestro ser, y Él pondrá en orden nuestra vida.

AUN EN LA BASURA NACE EL AMOR

Eran dos montones de basura. Dos montones de sufrimiento. Dos montones de fracaso. Dos montones de abandono. Él se llamaba Juan Bojorque, y tenía sesenta y un años de edad. Ella, Sandy Estrada, y tenía cincuenta y uno. Ambos vivían en los basureros de una de las capitales del mundo.

Desocupados los dos, marginados los dos, sin recursos los dos, se juntaron para calentarse una noche de frío, y allí nació el amor; porque el amor puede nacer en cualquier parte, incluso en un basurero. Unos meses después, el clérigo Lorenzo Martín los unió en matrimonio. «El amor es como un lirio —expresó el sacerdote—. Puede nacer aun en el fango.»

Caso interesante. Dos personas, arrojadas a los basureros por los fracasos de la vida, sin dinero, sin empleo, sin esperanza, se conocen una noche de intenso frío. Con sólo mirarse a los ojos ya saben que, para siempre, serán el uno para el otro. Y al fin se casan, delante de Dios y de la ley. Seguirán, quizá, sufriendo las desventuras de la vida, pero como marido y mujer.

El amor no siempre nace en lujosos salones, bailando valses vieneses y bebiendo champaña francesa. Es interesante que el proverbista Salomón ya había previsto el hecho de que la pobreza no es obstáculo para amarse. He aquí sus palabras: «Más vale comer verduras sazonadas con amor que un festín de carne sazonada con odio» (Proverbios 15:17).

Juan Bojorque y Sandy Estrada tal vez siguieran comiendo las legumbres marchitas que encontraran en los desperdicios de los restaurantes, pero se amaban, y por eso les sabría como faisán al horno.

El amor es la esencia de la vida. Desgraciadamente el amor bueno e inmutable ha perdido su lugar en una sociedad donde la lascivia y la lujuria predominan. Pero no ha perdido, ni puede nunca perder, su refulgencia y su gloria, precisamente por su carácter íntegro, puro y santo.

Amor así no viene por sí solo. Hay que cultivarlo y hay que sustentarlo. Pero ese es el amor que une profundamente al hombre y a la mujer, que dignifica el matrimonio y que honra a Dios. Es también el amor que sobrelleva la enfermedad, que soporta la pobreza y que sobrevive toda tempestad.

A todo esposo y a toda esposa les conviene vivir esa clase de amor. Dios quiere que el amor de toda pareja sea así, y Él desea, intensamente, dárselo a cada una. Él hará que su matrimonio sea uno de armonía y permanencia, y transformará su unión en remanso de paz. Pero los dos cónyuges, juntos, tienen que desearlo y pedirlo. Más vale que lo hagan hoy mismo.