VERSICULO BIBLICO DIARIO

lunes, 15 de noviembre de 2010

EL MINISTERIO PROFETICO Y LA GUERRA ESPIRITUAL

“Hermanos, del patriarca David os puedo decir confiadamente, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que Dios le había jurado sentar a uno de sus descendientes en su trono, miró hacia el futuro y habló de la resurrección de Cristo, que ni fue abandonado en el Hades, ni su carne sufrió corrupción.” Hechos 2: 29-31.

El Ministerio Profético y La Guerra Espiritual, van de la mano, porque precisamente, para eso ha levantado el Señor a sus profetas, para que peleen las batallas de Jehová y enseñen y preparen a su pueblo para la guerra.

En el Antiguo Testamento, las batallas y las armas eran literales, eran las guerras del pueblo de Israel contra los pueblos enemigos, con el propósito de pelear contra los enemigos hasta destruirlos y acabarlos. Ese fue el Ministerio de David, rey de Israel, Profeta de Jehová. David, en todos los años de su reinado desde el principio hasta el final, fue guerrero. Fueron años de cruentas batallas contra reyes y pueblos enemigos, años de sangre, de muerte, de conquista, de mano dura, pues Dios le había dado órdenes al rey David, de acabar con sus enemigos.

Por ejemplo, la ciudad de Jerusalén, era la antigua ciudad de los Jebuseos, eran una de las 7 naciones (tribus) que el Señor mandó a Israel que las destruyeran. David, como guerrero y su ejército, pelearon contra los jebuseos, hasta que los derrotaron y conquistó David Jerusalén y la capital de su reino; David la llamó La Ciudad de David, la Fortaleza de Zion.

Todo esto, es figura para nosotros en este tiempo, de lo que es la batalla, guerra espiritual, la cual hoy, no es contra carne y sangre, sino contra potestades, principados, gobernadores de las tinieblas, huestes de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:12), y nuestras armas no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.

La guerra espiritual comienza en el alma, en la mente de cada uno de los creyentes. Para ser libres de obras del Diablo tales como: fortalezas mentales, barreras, toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, porque una vez el pueblo del Señor es limpio en su alma y su mente (libre), entonces es apto para tomar parte en la guerra espiritual, encabezada en primer lugar por nuestro Señor Jesucristo, (poderoso guerrero), y los profetas del Señor que nos instruyen y capacitan para llenarnos de Palabra y unción y hacerle frente al enemigo y su reino de Tinieblas.

La guerra espiritual principalmente es oración, intercesión, revelación del Espíritu, movimiento de dones (Palabra de Ciencia, Palabra de Sabiduría y discernimiento de espíritus) oficio profético (profetas primarios), Palabra de Dios en la vida del Pueblo y los ministerios, para lograr la liberación de vidas, que viven en tinieblas, familias, pueblos y naciones.

Con el propósito que se produzca una visitación hermosa del Espíritu con cielos abiertos, para que el poder evangelizador de la iglesia, llegue hasta los confines de la tierra.

La guerra espiritual, no es otra cosa, que reclamar con autoridad al enemigo, lo que a la iglesia le pertenece por derecho, pues el Señor Jesucristo, al morir en la cruz del calvario, y derramar su sangre, obtuvo para su pueblo eterna redención y derrotó totalmente al enemigo y a todas sus huestes para siempre.

Lo peor que le pudo pasar al Diablo, fue que Jesús muriera derramando su sangre en la cruz, y después resucitara al tercer día. Cuando en la guerra espiritual hacemos mención del sacrificio glorioso de nuestro Señor Jesucristo, le estamos declarando al Diablo (notificándole) su derrota, para que se rinda y salga avergonzado.

La guerra espiritual no es pelear contra el enemigo para vencerlo, sino es declararle que ya está vencido y derrotado, es atarlo con autoridad y echarlo fuera de aquella vida o de aquel lugar.
El enemigo toma derechos sobre el pueblo de Dios, sobre la tierra y los aires, a causa del pecado del pueblo, pero una vez el pueblo se arrepiente, se humilla, confiesa su pecado y se aparta, entonces Dios hará la obra de sanidad espiritual.

“Y si se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra.” 2 Crónicas 7:14

Es de suma importancia el ministerio profético para la restauración de la iglesia y la conquista de las naciones, pues los profetas vienen de parte de Dios a llamar al pueblo al arrepentimiento, a vivir en santidad, a ser libres para poder pelear y conquistar lo que Dios ha prometido que será para su iglesia.

“Porque con dirección sabia harás la guerra, y en la abundancia de consejeros está la sabiduría.” Proverbios 24:6

Son necesarios los profetas en la guerra espiritual, la guianza del Espíritu Santo, la presencia de Dios. Moisés fue profeta y le dijo al Señor: Si tu Presencia no va conmigo, no iré.” El tomar consejo es de sabios, la guerra se gana cuando se trabaja en equipo (unidad).

“Sobre tus muros OH Jerusalén, he puesto guardas, todo el día y toda la noche, no callarán jamás. Los que os acordáis de Jehová, no reposéis ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en la tierra.” Isaías 62:6-7.

La iglesia de Cristo, debe ser profética, esa es la voluntad de Dios.

Guardas sobre sus muros, intercesores proféticos que piden en la voluntad de Dios, pueblo intercesor que no descansa, hasta que vea la restauración de todas las cosas, y aparezca en las nubes el amado, y seamos levantados, transformados en gloria, para vivir con El por toda La Eternidad.

“Dios siempre confirma una estrategia por medio de varios testigos. Esto es particularmente importante cuando se está tratando con fuerzas demoníacas. Cuando los líderes espirituales de una ciudad caminan en amistad y respeto, entonces el poder pleno de Dios puede ser liberado contra los principados, las potestades de las tinieblas.”

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